Un café con música, por favor
Un café con música, por favor.
Por: Nathalie Amores.
Es posible que te identifiques con la frase «sin un café no funciono». Entonces te levantas en la mañana y empiezas el ritual de moler los granos, preparar la cafetera, extraer el café con agua caliente y servir el humeante elixir que te despierta. Ahora que muchos estamos confinados, tratamos de que esta estadía sea amena, llevadera y por supuesto, productiva. Esta situación ha sido el catalizador para aflorar la creatividad al momento de preparar nuestras comidas.
Dando rienda suelta a tus dotes escénicos, sacas tu V60 y un café Señor K de El Salvador. Mientras calientas el agua y mueles los granos, pones a tu banda favorita para crear la atmósfera favorable para arrancar el día. Los granos molidos desprenden un aroma exquisito, se sienten las notas de chocolate. Colocas alrededor de 15gr. de café en el filtro de la V60 y poco a poco, con un delicado movimiento circular viertes el agua sobre el café provocando una hinchazón y la formación de una costra, debido al oxígeno del grano recién tostado. Esperas alrededor de un minuto para continuar poniendo el agua sobre el café para después servirlo. Navegas un poco más por tu biblioteca musical y eliges el ritmo que quieres poner a tu mañana para acompañar tu caliente bebida.
Este maridaje entre música y café es una gran combinación para nuestros sentidos. Los humanos somos seres de rituales: beber un café y escuchar música nos reúnen con nuestras familias y amigos, pero también son un refugio y una excelente compañía para momentos de soledad.
Históricamente ha sido así, entre las tantas historias y leyendas que envuelven el mundo del café y la música, hoy nos remontamos a la época de Johann Sebastian Bach, en la actual Alemania. En Leipzig, entre los años 1720 y 1741, existió la cafetería Zimmermann. Esta cafetería albergó el Collegium Musicum, instituto que fue dirigido por Bach entre 1729 y 1739. Además de ser el hogar de este instituto, la cafetería era un sitio acogedor e informal, fue escenario de varias obras y cantatas profanas. Según la historia, el señor Gottfried Zimmermann, dueño del lugar, nunca cobró arriendo al instituto ni a los artistas que se presentaron en su escenario. La cafetería se financiaba por la venta del café.
Una de las cantatas seculares o profanas que los clientes de la Zimmermann pudieron disfrutar fue la más conocida como Cantata del Café de Bach (Schweigt stille, plaudert nicht, BWV 211, traducción en español: ¡Silencio, no hablen!). En aquella época se cuidaban mucho los modales y las buenas costumbres, el café podía ser visto como un vicio y, por lo tanto, esta cantata o también considerada una ópera cómica, se trata de una historia satírica de una joven amante del café llamada Aria. Esta joven pelea con su estricto padre por su adicción al café. Finalmente, Aria y su padre se reconcilian previo al matrimonio de ella, con la condición de incluir en el acuerdo nupcial, que solo tomará 3 tazas de café al día.
Han pasado 3 siglos de esta historia, pero la afición sigue muy presente en nuestra cotidianidad. Has tomado tu café, suena la música de tu elección, has leído esta historia, suena al starter pack perfecto para llenarte de inspiración y empezar con tus labores y pasiones.